21 abr 2011

LO QUE ESCONDE LO DEL TONY

Estimadas compañeras/os:



La inmensa mayoría de nosotros –por no decir todos- nos hemos sorprendido con las declaraciones de Toni Garrido durante una reciente entrevista en la radio de la Facultad de CC.II de la Universidad Complutense en referencia a la consideración que le merecía el trabajo de los técnicos de sonido. Sin embargo, reflexionando con más calma sobre el asunto que la que pueda suponer el cabreo inicial, he llegado a la conclusión de que el señor Garrido no ha hecho más que decir en voz alta lo que piensan todos los directivos de radio y televisión y estrellas mediáticas de este país. Es algo que se ha venido gestando desde hace mucho tiempo y que entronca, entre otras cosas, con la tan cacareada falta de competitividad que se achaca a nuestra economía.



Me explico. Cuando en un país la experiencia y el saber hacer pasan a segundo plano y lo importante es abaratar sueldos a cualquier precio a cambio de que el trabajador haga de todo en tiempo record, es lógico que los productos no puedan ser de calidad. Si somos los que más horas permanecemos en el trabajo y nos contamos entre las naciones con sueldos más bajos de la Unión Europea, ¿cómo es posible que no estemos entre las economías más fuertes?, ¿dónde está realmente el problema?.



Si los directivos de una empresa consideran que con un curso de 20 horas (y eso siendo generosos) un trabajador ya puede desempeñar las tareas de otro al que se le ha exigido una titulación de ciclo formativo superior (dos años) y que lleva una trayectoria profesional de varios años en un campo específico, ¿qué consideración esperamos que puedan tener presentadores como Toni Garrido sobre los profesionales que sacan adelante su programa?. Y esto es extensible a todas las especialidades. Por ejemplo, hace ya mucho tiempo que en todas las televisiones los cámaras ENG quedaron relegados a un mero comparsa del redactor de turno sin que cuente para nada el criterio del primero en la toma de imágenes más allá de darle al botón de VTR y enfocar –ya hasta el encuadre lo decide un redactor/a que no suele tener idea al respecto-. Yo mismo tuve hace unos años una discusión con cierto jefe de redacción en una televisión autonómica que me llamó “aprietabotones” refiriéndose a mi puesto de Técnico de Imagen, a lo que le repliqué que la diferencia entre él y yo era que yo podía hacer mi trabajo y el suyo, ya que yo también tenía la carrera de Comunicación Audiovisual, pero que él no podría hacer el mío.



Es cierto que cualquiera puede apretar un botón, igual que cualquiera puede ajustar una tuerca. La cuestión es que “apretar un botón” es la parte anecdótica del trabajo de un Técnico de Sonido, un Cámara, un Control de Imagen, un Mezclador o quien sea. El grueso de la tarea de todos estos profesionales va infinitamente más allá como cualquiera que sepa algo de radio y televisión podría apuntar y también implica solucionar problemas y aportar ideas –cuando nos dejan y se cuenta con nosotros-, porque, le pese a quien le pese, son trabajos con una componente creativa considerable aunque se nos trate de relegar al papel de meros técnicos para distinguirnos de la “élite” creadora.



Hay, como digo desde hace años, un esfuerzo deliberado por ningunear el trabajo de todos estos y otros profesionales como bien acusó en su momento el hecho de que se les suprimiera de los títulos de crédito de un programa, mientras que siguen figurando el realizador, el productor, el editor y muchas veces incluso el/la responsable de maquillaje, antes que un cámara, un mezclador o un microfonista. Se trata de justificar a toda costa la reducción de costes laborales y devaluar el trabajo bien hecho so pretexto de que “A LA AUDIENCIA LE DA IGUAL PORQUE SE LO TRAGAN TODO” y de paso se aseguran de que al trabajador/a le quede constancia de que es completamente prescindible en todo momento a fin de que agache la cabeza y aguante sin rechistar.



Se nos recuerda constantemente desde la cúpula empresarial que una de las debilidades del trabajador español es la falta de cualificación y formación, no obstante en este país nos pasamos la vida haciendo cursos y superando cribas –exámenes de FP, exámenes en la Universidad, becas, oposiciones…-, para luego enterarnos de que toda la formación y la experiencia solo sirven para que se rían de ella unos individuos que, sin saber hacer la “o” con un canuto, como diría mi madre, están dirigiendo y gestionando empresas, llevándoselo crudo. En CRTVE no dejamos de hacer cursos ni de adaptarnos a la multifuncionalidad, pero ni aún así hay trabajo.



Tal vez debería llegar un momento en que nos plantásemos todos/as ante estas faltas de respeto y, por poner un ejemplo de mi propia actividad, cuando un realizador me pregunte sobre cómo se ve determinada cámara o color o el aspecto de una imagen en concreto, le responda que yo me limito a abrir y cerrar el diafragma, o quizás que un Técnico de Sonido se declare no competente para encontrar la mejor mezcla o ecualización posible para la voz de una/un presentadora/or, ya que solo sabe subir y bajar regletas.



Una sociedad, una empresa, en la que una trabajadora/or no importa como persona ni como profesional, sino solo como lo que cuesta, está abocada al fracaso económico. Si el modelo en el que nuestros dirigentes políticos, líderes de opinión y empresarios quieren fijarse es el chino y no el alemán, el sueco o el danés, mal vamos. Claro que en estos tres últimos ejemplos no hay cultura del pelotazo y del nuevo rico a costa de lo que sea.

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